domingo, 26 de septiembre de 2010

PARA LOS ESPOSOS

Debemos entender que el Matrimonio es un Sacramento instituido por Cristo, por lo tanto el hombre no lo puede diluir.
El sacramento del Matrimonio está para dar a los esposos la fuerza para amarse con el amor con que Cristo amó a su Iglesia, puesto que Cristo se entregó por nosotros hasta la muerte. El amor entre los esposos debe ser una muerte al egoísmo de cada día, y superar las dificultades de la vida en común de forma semejante a como Cristo ama a su Iglesia comunicando su perdón, y su entrega sin medida.
En el  consentimiento matrimonial surge inmediatamente el vínculo conyugal. De este estado matrimonial surgirá la “gracia de santificación, o gracia de estado”, y la concesión durante toda vuestra vida de las gracias o fuerzas especificas que os ayudarán a cumplir vuestros deberes y tareas. Por lo tanto debéis permanecer en armonía y no permitir faltarse al respeto, sin importar condiciones sociales y   menospreciar a los demás, no deben ponerse en igualdad de condiciones para enfrentarse el uno con el otro y tener en cuenta que nuestras acciones influyen en la vida de los demás. El hombre debe ser cabeza del hogar, es quien ama y gobierna el cuerpo, la presencia de Dios no puede faltar, es la formula divina, es el cambio, acción y cooperación, Dios puede sanarlos del matrimonio.
Los esposos deben entregarse mutuamente sin llevar cuentas del mal, aunque se acabe la salud, la simpatía, la belleza, y todos los bienes. En el momento del SI, Dios ha recogido toda vuestra dimensión humana de amor, y la elevará a un plano divino, con la fuerza y la gracia del Espíritu Santo, y entonces seréis capaces de enfrentarnos a las realidades de la existencia, recononocer que son diferentes y así amaros totalmente y para toda la vida.


No hay comentarios:

Publicar un comentario